INCIDENTE CRÍTICO
Recuerdo una
situación del pasado en la que las tecnologías nos jugaron una mala pasada.
Cuando teníamos 16 años, unos amigos y yo hicimos un plan clandestino; el plan
se trataba de hacer una escapada a la casa del pueblo de un amigo a burgos y
pasar la noche allí, cosa que mi amigo tenía prohibido por sus padres.
A pesar de ello,
nosotros planeamos pasar la noche de un sábado en aquella casa. Aparentemente el
plan era perfecto, mi amigo estaba seguro de que la casa estaría libre y nadie
iba a tener noticia de nuestra visita. Todos teníamos nuestra coartada en casa,
la mayoría dijimos que íbamos a una fiesta de un pueblo al que teníamos que
acceder en bus por lo que volveríamos a casa por la mañana del día siguiente.
Sin embargo, después
de pasarlo en grande, al día siguiente tuvimos noticia de que los padres de mi
amigo se percataron de que habíamos estado ahí. ¿Cómo era posible? Resulta que
el padre de mi amigo, conocedor de las nuevas tecnologías, con su teléfono
móvil rastreó la ubicación del móvil de mi amigo y descubrió que se encontraba
en la casa del pueblo.
Aquella historia me
hizo reflexionar, me di cuenta de que hoy en día resulta complicado por no
decir imposible que nadie sepa donde estés, la cantidad de chips, como el del DNI, o de dispositivos que llevamos encima en todo momento facilitan la
información de tu ubicación. Por consiguiente, la privacidad se convierte cada
vez en una situación de mayor exclusividad.
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